Relevancia de la igualdad de gnero en la educacin actual
La educacin en el Per contina reproduciendo modelos de feminidad asociados a lo domstico, delicado y frgil, y una masculinidad vinculada a la fuerza y la capacidad
En estos ltimos meses hemos sido testigos del retroceso de las polticas de Igualdad de Gnero en el sector Educacin. Ello como consecuencia de la medida cautelar que la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima dict a favor del colectivo Padres en Accin (PEA), ordenando al Ministerio de Educacin (MINEDU) dejar sin efecto el prrafo del actual Currculo Nacional de la Educacin Bsica Regular que hace referencia a la nocin gnero: si bien aquello que consideramos femenino o masculino se basa en una diferencia biolgica sexual, estas son nociones que vamos construyendo da a da en nuestras interacciones.[1] A pesar de interponer recurso de apelacin ante la Corte Suprema, el MINEDU dispuso el cese temporal de la aplicacin del Enfoque de Igualdad de Gnero tanto en la implementacin del currculo como en la enseanza, capacitacin y formacin docente, as como en la distribucin de material educativo para el presente ao escolar.
Esta medida reactiv la discusin y el campo en disputa sobre la importancia y utilidad del enfoque de gnero por parte de organizaciones internacionales, como la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU), la Internacional de la Educacin para Amrica Latina (IEAL), las del Estado peruano, como el Consejo Nacional de Educacin (CNE), la Defensora del Pueblo y organizaciones de la sociedad civil, as como colectivos feministas, entre otros, que se manifestaron a favor de este enfoque frente a los grupos pro vida y pro familia pertenecientes a sectores conservadores de las Iglesias evanglicas y de la Iglesia catlica[2]. Grupos que presentan una defensa a la biologa como un orden natural que explica lo que es un hombre y lo que es una mujer[3] como rasgos innatos y fijos; y se inscriben en un movimiento de fundamentalismo religioso a nivel global, que rechaza el aporte cientfico de gnero y demandan la aplicacin literal de las escrituras [bblicas] en la vida social y econmica del pas[4].
Cuatro razones a favor de una educacin en la igualdad de gnero
A la espera del pronunciamiento de la Corte Suprema resulta necesario sealar el porqu es fundamental incorporar el enfoque de gnero en la educacin, pues como bien seala la UNESCO este es un principio constitutivo a los Derechos Humanos y por ello un requisito para un desarrollo sostenible centrado en las personas y un objetivo en s mismo:[5]
El enfoque de gnero constituye un aporte terico para las polticas de igualdad de gnero. Este concepto surgi en los aos 50 en el campo de la sicologa y siquiatra con los estudios de Robert Stoller y John Money[6], quienes plantean el trmino de gnero para mostrar que las diferencias entre hombres y mujeres no pertenece solo al campo de la biologa, sino que la dimensin cultural y social son determinantes en su definicin. Posteriormente, en los aos 70 del siglo veinte, los estudios de gnero se introducen en la academia para dar cuenta de las relaciones sociales entre hombres y mujeres y cmo en estas se evidencia un sistema de organizacin de las sociedades en distintos contextos histricos, que las jerarquiza en relaciones de poder[7], subordinando a las mujeres. Esto es lo que explica las desigualdades existentes entre los sexos, a nivel econmico, social y poltico; y las diferencias de cada sociedad para definir lo que es masculino y femenino. Y, donde se da cuenta de los procesos de simbolizacin cultural, (la diversidad cultural,) as, por ejemplo, las mujeres occidentales deban dedicarse a oficios concebidos para ellas como cuidadoras, responsables de la salud y la vida familiar; mientras que los hombres en tareas asociadas a la vida pblica, al desarrollo de la ciencia y ocupando puestos de poder.
La educacin, al igual que la familia, la religin, los medios de comunicacin y, actualmente, las redes de internet intervienen en la socializacin y en la formacin de los comportamientos a seguir. No obstante, la escuela sigue siendo una institucin clave para el aprendizaje, el desarrollo de habilidades, conocimientos, as como la socializacin de los valores, la cultura y los roles que tienen que asumir hombres y mujeres; aspectos que van a contribuir al desarrollo econmico y social de cada sociedad.
Pese a los cambios que se presentan en las escuelas para responder a las transformaciones en las relaciones de gnero en la sociedad y con la finalidad de no reproducir modelos tradicionales y formas de sexismo, as como estereotipos que conllevan a formas de discriminacin entre los sexos y gneros. La perspectiva de gnero en educacin para alcanzar la igualdad busca, como seala el Currculo Nacional de Educacin Bsica (CNEB), brindar las mismas oportunidades a hombres y mujeres para acabar situaciones que generan desigualdades entre ambos grupos[8]. Esto se comprueba porque los procesos educativos en el Per cotidianamente continan reproduciendo modelos de feminidad asociados a la domesticidad, delicadeza y fragilidad, as como una masculinidad vinculada a la virilidad, fuerza y capacidad; hecho que a la larga implica desigualdad de gnero, la cual vinculada a otras discriminaciones existentes como la clase y la etnicidad producen una mayor inequidad. Este es el desafo que tiene que afrontar la Escuela para transformar las relaciones de gnero existentes.
3. La arraigada desigualdad existente entre hombres y mujeres en el Per, tambin, se evidencia en la educacin. Si bien se han obtenido logros significativos respecto a la igualdad de gnero en el acceso y la cobertura, especialmente en la primaria, an se encuentran brechas en secundaria marcadas por la clase y la etnicidad. En las pruebas censales de medicin de rendimiento se evidencian estas diferencias, siendo las mujeres las que presentan menor rendimiento, especialmente en el rea de matemticas y en las zonas rurales, donde las brechas de gnero se agudizan. Asimismo, en el Per, 45 de cada 100 estudiantes mujeres indgenas que abandona la educacin secundaria, lo hace por razones familiares o para dedicarse a quehaceres domsticos; en cambio, solo 11 de cada 100 estudiantes hombres que deja la secundaria, lo hace por estos mismos motivos.[9]. A ello se aade las subrepresentaciones de las mujeres en tareas o empleos que se consideran femeninos frente a los denominados masculinos.
Cabe destacar que el Estado peruano cuenta con polticas a favor de la igualdad de hombres y mujeres, as como el reconocimiento del enfoque de gnero, que han sido sealados en distintos dispositivos normativos como la Ley de Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres del 2007,[10] que tiene la finalidad de garantizar a mujeres y hombres el ejercicio de sus derechos a la igualdad, dignidad, libre desarrollo, bienestar y autonoma, impidiendo la discriminacin de todas las esferas de la vida pblica y privada, propendiendo a la plena igualdad (Artculo 1, Ley N. 28983). Norma que se corresponden con el cumplimiento de los convenios internacionales en materia de igualdad de gnero a los que el Estado peruano se ha suscrito y de los que tiene que dar cuenta peridicamente. Es el caso de la Convencin para la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin hacia la Mujer (CEDAW) de 1979, que promueve la igualdad para las mujeres y seala medidas para disminuir la desigualdad entre ellas, y la Convencin Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer de 1994, que seala que los Estados tienen que reconocer que la violencia de gnero atenta contra los derechos humanos.
4. El enfoque de igualdad de gnero tambin contribuye a la prevencin de la violencia de gnero, fenmeno cada vez ms visible en el pas. De acuerdo con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MINP), en el 2017 se reportaron un total de de 95,317 casos de violencia hacia la mujer, violencia familiar o violencia sexual (donde el 85 % de las vctimas fueron mujeres y el 15 % hombres). Y respecto a las muertes por feminicidio, segn el MINP, a febrero del 2018 se registraron 22 casos de feminicidio. Adems, Per tuvo una tasa promedio de 22 denuncias de violacin por cada 100,000 habitantes, y cerca de 40 denuncias de violacin por cada 100,000 mujeres durante la primera dcada del siglo XXI,[11] siendo las principales vctimas las nias y adolescentes.
A esta situacin de violencia se debe incluir la violencia que vienen sufriendo en las escuelas las personas de diferente orientacin sexual, tema del cual an no se ocupa.
Por estas razones, es preciso que el nuevo currculo, as como los materiales educativos y formacin docente, contemple el enfoque de igualdad de gnero para responder a la situacin de desigualdad y discriminacin que se presenta en las instituciones.
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NOTAS:
[1] Corte Superior de Justicia de Lima, Primera Sala Civil, N. Ref. Sala 00058-2017-43. Expediente 0011-2017-43-1801-sp-CI-01
[2] En Muoz, Fanni y Vanessa, Laura, 2017, pg. 206 `Gnero y la denominada ideologa de gnero en educacin: entre el dilogo y el rechazo a la diversidad. En Per Hoy. El arte del desgobierno. Lima: Desco.
[3] Ibd.
[4] Giddens y Sutton, Sociologa. Madrid. Alianza Editorial, 2013, pg. 845.
[5] UNESCO. 1995. Gua para la Igualdad de Gnero en las Polticas y Prcticas de la
Formacin Docente. s/f: UNESCO. Disponible en: www.unesco.org/fileadmin//pdf/guia-igualdad-de-genero-formacion-docente.pdf. pg.11
[6] Lamas, Marta, Cuerpo. Diferencia Sexual y Gnero, 2002. Mxico Taurus Editorial.
[7] Scott, Joan. 1990. El Gnero: una categora til para el anlisis histrico. En: James Amelang y Mary Nash, eds. Historia y Gnero, las mujeres en la Europa Moderna y contempornea. Valencia: Edicions Alfons El Magnanim Instituto Valenciano de Estudios e Investigacin.
[8] MINEDU, Currculo Nacional de Educacin Bsica Regular, 2017.
[9] Fuente: Proyecto FORGE; UNICEF (2017). Desigualdades que reducen oportunidades (Calendario). En base a resultados de la Encuesta Nacional de Hogares. ENAHO 2014-2015).
[10] Ley N.28983, El Peruano, 15 de marzo de 2007.
[11] Mujica, Jaris (2016). Victimizacin sexual mltiple y patrones de victimizacin en casos de violacin a mujeres adolescentes en el Per. Revista de Victimologa, (3), 43-64. Pg. 45.
losandes